Silvia Ortega y González[1]

Karla Zárate Sánchez[2]

La praxis analítica sufre actualmente, entre otras vicisitudes, un duelo al no poder preservar o tener que modificar su método de trabajo ante la contingencia del COVID-19. Estamos atravesando momentos de incertidumbre que exigen pensar el compromiso que como psicoanalistas tenemos hacia nuestros analizandos y también social. Estas circunstancias ofrecen nuevas aristas que implican un esfuerzo adicional ante las distintas formas de implementación tecnológica que se da en este tipo de encuentros. En el siglo XXI y ante la presencia de una pandemia como la que vivimos ahora, el psicoanálisis es solicitado desde otro lugar.

Parece un exceso hablar de análisis virtual, sin embargo, los cambios que propone el abordaje psicoanalítico requieren un cuestionamiento cuidadoso sobre las modificaciones en la técnica; debe mantenerse cierta flexibilidad entre la perentoriedad que demandan los cambios sociales, los eventos que trastocan la realidad y la estabilidad propia de lo humano y en consecuencia  las premisas básicas de lo psicoanalítico. En este trabajo se pretende reflexionar cómo en esta época convulsa, que parece vislumbrar un futuro incierto, las modificaciones al encuadre pueden dar respuestas para encarar otras formas en la escucha analítica.

Uno de los duelos inmediatos es la pérdida de la privacidad, ya que los espacios físicos pueden parecer o estar invadidos por otras personas, por ejemplo, familiares con quien se esté cohabitando las veinticuatro horas del día, a veces, sin paredes que mantengan la intimidad durante las sesiones o las filtraciones que se pueden presentar en las redes.  Es un hecho que las condiciones para el trabajo cambian y el encuentro entre ambos sujetos ocurre centralmente a través de la voz, pero con ciertas variantes, la mirada a través de la pantalla, la mirada compartida, uno con otro o uno versus otro, o uno mirando y el otro no. Con dichas modificaciones a los elementos particulares del espacio analítico, ¿es posible preservar los parámetros necesarios para que se dé este trabajo? ¿Puede seguírsele llamando método psicoanalítico?  

El papel del analista implica un conjunto de factores espacio-temporales ligados a una técnica y una ética que en la actualidad, y más con el confinamiento de estos meses, se ha visto afectado de forma considerable. Ya no no se representa sino se presenta, y se pone en juego el sostén del método de forma presencial. Deben revisarse con especial atención las consecuencias que todo esto conlleva, pero sobre todo con vistas a lo que nos depara el futuro y en particular con las generaciones más jóvenes que privilegian lo digital y lo virtual sobre lo presencial y corporal. ¿Cómo hacerles entender la importancia del cuerpo en lo analítico? En vista de que se escucha ese decir no dicho, se atisba la presencia del escenario inconsciente, eso que el paciente no conoce, no hilvana o de lo que no se percata. Es un hecho que estamos presenciando un movimiento de apertura del que es oportuno sacar ventaja.

Sin duda en el proceso analítico online, hay que definir el espacio que ocupa al par analítico, es decir, hay que recrear las condiciones necesarias para llevar a cabo dicho proceso: el tiempo y día establecidos de las sesiones, los honorarios, las formas de pago y la frecuencia refieren a un encuadre indispensable para establecer el marco de trabajo que en tanto asumido se desdibuja en estos momentos de encierro. En este contexto, deben pensarse los efectos de los parámetros y las variaciones en el encuadre en términos de la dirección que pretende la cura, pero es necesario dejar en claro que la dirección seguirá siendo la misma, aunque las técnicas provisorias sean distintas. Es importante también plantear la idea de validar el método y actualizar la propuesta con los instrumentos clínicos a nuestro alcance. Si el paciente está en diván, ¿se dirige la pantalla hacia otro lugar? ¿Dónde queda la mirada? Si ocurren problemas técnicos, ¿se repone el tiempo perdido en reparar cables, wi-fi y demás conexiones tecnológicas?

Sin duda, estas viradas en que hoy nos debatimos si pueden ser limitantes o perjudiciales, pero a la vez existe una posibilidad de apertura para escuchar el sufrimiento humano que toca a nuestras puertas en tiempos traumáticos. Acuden a nosotros varios pacientes en situaciones de crisis, quienes no sabemos si una vez terminada la pandemia, querrán seguir con el tratamiento, pero es nuestra labor contenerlos, escucharlos.

Deben pensarse también las repercusiones que tiene el analizante cuando sale de su espacio analítico y se dispone a dirimir con problemáticas sociales que arriesgan la causa del sujeto. La transferencia, la asociación libre y el trabajo de la resistencia son aspectos vivenciales y fundamentales en la propia formación del analista que deben mantenerse presentes. El analista se contempla y contempla su espacio en tanto ocupa su posición y asume el lugar atribuido en la transferencia.

El psicoanálisis surgió de la clínica en la procura de otra vía para entender los síntomas, por lo que Freud subrayó una y otra vez que había que “revisar el estado de nuestra terapia y examinar en qué direcciones podría continuar su desarrollo”.  Tal cita se actualiza: lo que se vive hoy en día es una muestra clara de cómo el escenario “en tiempos de guerra” del sujeto contemporáneo convoca a repensar la técnica sin que irrumpa el trabajo.
Se debe insistir en que no se pretende que estas formas distintas de abordaje suplan lo que corresponde desde lo presencial; se trata de modificaciones necesarias en vista de procurar nuevas opciones que de alguna manera están ligadas a la urgencia.

Brainsky (2003)[3] sostiene que la tecnología se mueve mucho más rápidamente que nuestras posibilidades de lograr una adaptación cultural a ella, por lo que la vivimos como una intrusión a nuestra intimidad. A través de la cámara se acceden a espacios privados donde se llevan a cabo las sesiones, por ejemplo, en las casas, lugares de trabajo distintos al consultorio donde se juegan las fantasías de ambas partes. Sin embargo, en el análisis a distancia, la palabra hablada es lo que aparece en escena, con sus acompañantes tonales y sintácticos, con intenciones, el resto queda bajo la potestad ya no sólo del paciente, sino del escenario virtual mismo.

El discurso se muestra más en una suerte de diálogo, la asociación libre cursa con intercambios y el tiempo se trastoca; en suma la presencia consciente parece modificarse. Quizás podremos comprobar que en el curso de la sesión virtual el paciente se va soltando de estos amarres, aunque tome más tiempo y se juegue la vitalidad de los cuerpos físicos. ¿Son diálogos reales o virtuales, es una atención personalizada? Celular, computadora, tableta desde el lugar de preferencia… no es equivalente al tratamiento presencial.  La resistencia quizás

Las respuestas del analista están teñidas por el contexto virtual. El apremio advierte el efecto que la dimensión tiempo/espacio hace. Aliviar, esclarecer, tientan una escucha más indicadora y menos de contención o indagación, así como en la terapia a distancia, no están todos los sentidos al servicio de la dinámica de la sesión.

Hace un par de días se anunció que en México el periodo de cuarentena se extenderá hasta el próximo 30 de mayo y quizás mas allá…. Estamos en una época donde lo virtual en tiempos de coronavirus se está experimentando, y es probable que el uso de la cámara y demás herramientas de comunicación virtuales, una vez superadas las dificultades de señal, sea una opción tanto del paciente como del analista para continuar con el trabajo analítico. Más que una amenaza, debe pensarse como una oportunidad para afianzar el quehacer analítico y su capacidad de apertura a tiempos distintos. Alrededor de “la conexión”, surgen más preguntas que respuestas. La terapia “sin salir de casa”, ¿cómo va a afectar la subjetividad?, ¿cómo se jugará la intimidad? ¿Generará esto una mayor incertidumbre o ansiedad en tiempos de encierro? Nuevos cuestionamientos tocan a nuestra puerta, lo central será echar mano como Freud de espíritu creador que lanza y relanza al analista para escuchar el sufrimiento humano.


[1] Socia titular de la Sociedad Freudiana de la Ciudad de México, A.C.

[2] Candidata de la Sociedad Freudiana de la Ciudad de México, A.C.

[3] Brainsky, ¿Adaptarse a la tecnología o idealizarla?”. En Profundidad. Revista de la IPA. Vol. 12. Junio, 2003