La adicción de un joven, resultado de tres generaciones
Antonio Ramírez Juárez[2]
En el presente trabajo me propongo revisar a la luz de un caso clínico, los factores que gestan el síntoma adictivo de un joven de 19 años a partir del conocimiento de situaciones patológicas en tres generaciones de su familia de origen.
Quien asistió a solicitar apoyo psicológico es la madre, que presenta a su hijo como consumidor de varios tipos de sustancias, ella no identifica todo lo que consume, pero detecta cambios importantes en la conducta de su hijo.
1er tiempo.
El padre de la paciente proviene de una familia violenta, es exigido en exceso por su padre, ante la insuficiencia de sus esfuerzos es castigado físicamente de forma extrema, mantiene una relación de culpabilidad con su propia madre y se forja un carácter áspero.
La madre de la paciente proviene de una familia anticuada y con roles de género arraigadamente establecidos, es su deber permanecer junto a su hombre, a pesar de las formas violentas de este que frecuentemente se expresan en golpizas y malos tratos constantes, sumado a esta cotidianidad el hecho de ser tratada como la mujer y abnegada madre frente a su grupo social y familiar.
Ambos padres emprendieron el negocio de la tienda de verduras y legumbres, el trabajo es intenso, pero con esfuerzo lo han logrado posicionar, socialmente son una pareja respetable, reciben al santo patrono en casa, lo que les ofrece el reconocimiento de su grupo de pertenencia.
2º tiempo
La infancia de la paciente ocurrió en soledad, a los nueve años nació su hermana. Recuerda que cuando el padre regresaba con energía de su negocio, emprendía contra la paciente en una exigencia desmedida acerca de sus deberes escolares y con frecuencia la descalificaba y la insultaba, si no le agradaba lo que encontraba la golpeaba fuertemente, la madre se convirtió en testigo silente de este abuso permanente, contrasta de manera relevante la celebración de cumpleaños y reyes magos, en las cuales recibía una gran cantidad de regalos, al extremo de que a los nueve años recibió una motoneta.
En la adolescencia, durante la secundaria, se seguía “portando bien” se relacionaba poco con los demás pues temía el castigo de su padre omnipresente, no tuvo novios, pero en una ocasión tuvo un acercamiento corporal con su primo, el padre los descubrió y los golpeó. Al cumplir 17 años se fugó con su novio quien poco tiempo después la embarazó.
Durante la gestación, ella golpeaba su vientre y se melancolizó, su pareja siguió con su vida de amoríos bajo la mirada complacida de su propia madre, a pesar de este escenario, ella engendró dos hijos más.
Ante el maltrato de la familia de su pareja, de la vida de soltero del padre de sus hijos y la solicitud de su propia madre, regresa a casa materna, derrotada y a iniciar su proceso de divorcio, el señor padre de familia en alianza con el señor juez cívico, casi consigue que ella le pague pensión a él.
Hace unos años reinicia su vida amorosa con un compañero cercano al comercio que atiende, es un hombre disminuido en su valía, que se somete a las exigencias desbordadas del señor padre-patrón-dueño-suegro, se vive humillado, pero gozando la situación de abuso por parte de toda la familia.
El negocio “familiar” es una fuente de explotación se trabaja de ocho a ocho y a veces más, de lunes a domingo, todos los días al año, los principales trabajadores son la familia de la paciente, en particular ella y su pareja están sosteniendo el negocio, contratan personal, pero la mala paga y el exceso de la jornada hace que renuncien rápidamente, no hay ningún tipo de prestación y llama la atención por ejemplo el tiempo de comida, se compra una comida corrida para cada tres personas y no pueden dejar de atender a la clientela, ni siquiera en los 15 minutos que tienen para comer. Eso sí, la paciente tiene la añeja promesa de “cuando nos muramos todo esto será tuyo”, pasan los días y los viejos no se mueren.
3º tiempo
Se instaura en la paciente la demanda de constituir la familia perfecta, al preguntarle qué es eso, no lo sabe, solo sabe que su familia es un pobre intento de algo que nunca será.
El primogénito de la paciente nace a esta familia en su inicio, es recibido por las familias con emoción, sin embargo, a los 3 años algo le llama la atención a la madre quien recurre al servicio de paidopsiquiatría y le diagnostican Trastorno por Deficit de Atención con Hiperactividad, consecuentemente inicia el consumo de metilfenidato para “curar” la enfermedad.
En la primaria es inquieto, molesta a todos, no se concentra, la visita al psiquiatra le indica más medicamentos que tampoco palian el malestar, durante la secundaria la conducta delictiva aparece, la madre considera que vivir con el padre le podría ayudar, pero con esta decisión y ante el descuido del padre inicia el consumo de marihuana y alcohol.
Regresa a vivir con la madre y con base en castigos consigue concluir la secundaria, ingresa al bachillerato y la historia de consumo se incrementa. Entre suspensiones y recriminaciones es expulsado, actualmente cuando se siente inspirado quiere retomar la preparatoria abierta, pero en general recae en el consumo.
Fue detenido por la policía, acusado de intento de robo a transeúnte, vecinos lo tratan de linchar, la policía lo rescata, la denuncia no se consolida y sale con lesiones serias en las piernas.
Cuando quiere ir a trabajar tiene un lugar en el expendio, los abuelos le aceptan, le pagan y lo consienten, movimiento magistral para seguir descalificando las escasas posibilidades de su madre-jefa-compañera-supervisora de trabajo.
Recientemente se ha vuelto santero, ha estado internado en granjas en dos ocasiones por más de un mes, tiene un padrino al que también ignora, cuando se siente rehabilitado pone un puesto de micheladas, cuando se cansa lo deja.
Ahora está por casarse por lo civil, lleva un mes limpio, bañado y peinado, quiere ser padre y hay alguien que está dispuesta a compartir esta vida con él.
Me propongo hacer una revisión de la situación a partir de algunas categorías psicoanalíticas que permitan comprender el papel de la adicción como síntoma familiar.
Violencia
Quizás un primer elemento a plantear es la violencia sistémica en este grupo familiar, además característico de zonas deprimidas económica y culturalmente en la Ciudad de México. Las pocas posibilidades de dar palabra al malestar, el recurso del golpe por sobre cualquier otra expresión afectiva.
Como se puede apreciar, la paciente permanece actuando pulsiones de su sexualidad infantil, los deseos incestuosos hacia su padre y la rivalidad permanente con su propia madre le limitan la posibilidad de acceder a su propia maternidad, la función paterna recae en el abuelo.
El local donde trabajan es un escenario donde todo sucede, las peleas entre padres e hijos es constante, los problemas de pareja se resuelven frente a propios y extraños, trabajadores ocasionales y clientes, saben de las dificultades íntimas de la familia en cuestión. Hay un placer voyeur en este grupo que goza observándose y dejándose observar.
La primacía del falo está depositada en el abuelo-padre-suegro-dueño-patrón-esposo, por cierto, todo poderoso, su voz ya escindida por tanto poder, es esperada y odiada, padre totémico que se niega a dejarse asesinar, anciano debilitado físicamente, pero fortalecido por el temor injertado hace años.
Como en rutina de teatro barato, el escenario está montado, el padre atento y amable con las clientas agrede a la madre de la paciente, ella gesticula su molestia, pero guarda silencio, en cuanto le es posible descalifica a su hija, quien solo tuerce los ojos, pero vierte su furia contra su pareja, los padres vuelven a intervenir remarcando la inutilidad del hombrecito, los hijos testigos vuelcan su enojo contra su madre, por dejarse mangonear, ella regaña a algún empleado, así se escribe esta rutina gastada y aburrida pero altamente satisfactoria para todos, pues en la repetición hallan equilibrio a sus tensiones y descargas, dejando aparatos psíquicos bajo los principios de inercia y constancia.
Sexualidad
Se observa la sexualidad como un factor en toda esta representación.Como ya se mencionó, el padre es amable con las clientas, hasta seductor sabiendo que su familia lo observa, hace chistes y lo festejan; la madre de la paciente discute su vida íntima con los demás, se sabe que el hijo menor de la paciente, un adolescente de 15 años, pasa horas viendo pornografía, nadie parece preocuparse, pero todos lo saben.
La paciente se “acostumbró” a hablar de su intimidad ante todos, en las peleas públicas que sostenía con su pareja se reclamaban incluso la carencia de relaciones sexuales; se establece así un intrincado escenario en el que todo se sabe, no hay nada que develar, no hay lugar a la intimidad.
La consultante madre de 39 años, de aspecto juvenil, tiene una hermana de 30 años, se sabe que el padre esperaba un varón, por lo cual son ya insuficientes como seres sexuados, ella fue golpeada y exigida para ser “una chingona”. -Nada de pendejadas, usted tiene que ser la más cabrona-, le decía el padre mientras la golpeaba o castigaba.
Así esta mujer deseante y temerosa ante la emergencia pulsional y el encierro solitario, selecciona un macho bien macho que le permita mantener el idilio en dos tiempos con su padre, él acabará por irse pues debe satisfacer las expectativas de su propia madre con quien sostiene una rivalidad edípica permanente.
Parece ofrendada a su padre. Empeñada en satisfacer sus manías, aspirando todo el tiempo a ocupar ese lugar de la madre, rígida, sarcástica, despreciable, pero anhelando ser sirviente incondicional del padre, satisfacer al padre, a los hijos apenas los mira.
Los hijos sí la miran y le demandan ser mirados, las aspiraciones edípicas de los jóvenes se fortalecen cuando miran a su madre, llorosa, desvalida, mal acompañada por un hombre adicto que no puede protegerse a sí mismo. Sin embargo, impera la ley del padre, último dique ante los embates de la sexualidad adolescente. A pesar de ello, el hijo menor aprovecha las condiciones del local para rozarla con sus genitales, a ella y a otras empleadas, por ejemplo.
El hijo mayor de la paciente, paciente diagnosticado, medicado y señalado por la adicción a sustancias, tiene mucha suerte con las adolescentes que frecuentan el local, se muestra amable, simpático, a pesar de sus esfuerzos y ante la mirada cómplice de sus padres, elige escapar de casa a consumir sustancias.
El hijo medio se llama Salvador y en el nombre lleva su destino, es el más avanzado en estudios, tiene un trabajo fijo, una novia y aspira a ingresar a una universidad, parece estar fuera de los conflictos familiares, pero no sabemos tanto.
Autoridad
Como se ha insinuado bajo una lógica fálica, el portador es el abuelo paterno, falso tirano que por su endeblez física y su riqueza económica domina junto con la abuela. Aunque la paciente funge como jefa y gerente de relaciones comerciales, es el padre quien determina precios, salarios y demás movimientos financieros.
Actualmente, ambas hermanas deben pedir permiso a sus padres-jefes para ausentarse de sus labores, la paciente parece complacida de tener este método de control, pues esboza sonrisas siniestras cuando se puede fugar como adolescente con su novio-pareja-esposo.
Los hijos de la paciente aprovechan el doble discurso de los abuelos, en un sentido asisten a laborar y toman productos para sí mismos, no reciben reclamación alguna, de hecho, lo tienen permitido, cuando requieren comprar algún producto de precio elevado, solicitan prestado a la abuela, que les da el recurso, pero les advierte que tendrán que trabajar, no importa tanto si cumplen o no. En esta dinámica, la madre queda desautorizada, no es jefa, no es madre, la abuela sonríe satisfecha al ver a su hija devaluada frente a sus nietos.
La paciente busca apoyo en la figura de su pareja, sin embargo, ante la mirada persecutora de su suegro, el hombre agacha la cabeza y cumple con los encargos que se la hacen, dentro de sí murmulla, pero no enfrenta, simplemente alza los hombros en señal de resignación.
La paciente ha ofrendado la vida propia y la de sus hijos al padre temido, no hay lugar a la libertad, relame sus cadenas, se siente victoriosa cuando no falta dinero en la cuenta o la mercancía está bien acomodada, también goza ver a su pareja rendida frente al poder de su padre, ante la tiranía de su madre, el falo, el objeto fijado no puede circular y dar lugar a otra expectativa que la de la adicción como forma de respuesta ante lo avasallante de la realidad concreta, que le golpea ante el deseo edípico coagulado en las baldosas del local comercial, esperanza que no llega, promesa que no se cumple.
Análisis
Aún sin perder de vista que la paciente es la madre atribulada, de acuerdo con Le Poulichet podemos observar cómo el fármaco cumple con la misión de ser sucedáneo de la realidad y promesa de liberación que no acontece, pero que anestesia.
El padre de la paciente se complace en las identificaciones machistas en sus nietos. La descalificación de la maternidad y el dolor de no tener un hijo varón se coagulan en la identificación de sus rasgos en el nieto primogénito, pero el joven no puede traicionar a su madre, ya muchas veces traicionada por los hombres, su aspiración edípica le contrapone con la violencia de sus antecesores abuelo y padre, hombres machos, él debe ser macho pero al mismo tiempo sostener la derruida figura materna.
Para Freud, la identificación es elemento central en la constitución subjetiva “el varoncito toma particular interés hacia su padre; querría crecer y ser como él, hacer sus veces en todos los terrenos. Digamos que simplemente toma a su padre como su ideal” (Freud: 1921:99). Al relacionarlo con la melancolía nos habla de “la cruel denigración de sí del yo, aunado a una implacable autocrítica y unos amargos autorreproches” (Freud:1921:103). Así se constituye el ideal del yo, instancia persecutora en tanto observadora, exige al yo algo que deja un resto incumplible pero que castiga esa parte debilitada que el yo de este adicto se identifica también con la melancolía materna.
La madre se previene del crecimiento de sus hijos, elige parejas que aseguren su esclavitud, sufre por no poder liberarse mientras disfruta la vida prisionera. El hijo percibe la contradicción y busca liberarse y liberar a su madre, rescatarla de las fauces del padre, pero descubre que ella vive satisfecha de buscar la satisfacción del padre. Qué recurso queda sino crear un mundo ajeno, un mundo paralelo en el que convivan sus deseos edípicos, la satisfacción inmediata del fármaco y la culpa como eje organizador de la familia perversa a la que pertenece.
Tal como queda consignado en El yo y el ello (1923), “Así como el niño estaba compelido a obedecer a sus progenitores, de la misma manera el yo se somete al imperativo categórico de su superyó” (1923:49), o bien, “Mientras más un ser humano sujete su agresión, tanto más aumentará la inclinación de su ideal a agredir a su yo” (1923:55). Para finalizar, “El ello a quien nos vemos reconducidos, no tiene medio alguno para testimoniar amor u odio al yo. Ello no quiere decir lo que el ello quiere, no ha consumado ninguna voluntad unitaria. Eros y pulsión de muerte luchan en el ello; dijimos ya, con que medios cada una de estas pulsiones se defiende de la otra” (1923:59)
Conclusión
La adicción es el resultado de pulsiones que se encuentran en la contradicción, ser libre, “ser chingón” pero ser insuficiente, ser suficientemente malo, para no enfrentar al tirano, es quizá la mejor defensa que pudo armar.
La relación con la madre no solo es melancólica, es erótica, está atravesada por la insatisfacción histérica y con la obsesión por la perfección, es el fallido intento por aparecer en la mirada de la madre, por figurar ante la omnipotencia del abuelo, ser adicto o psicotizarse.
La adicción de este joven sostiene el sistema familiar. “Que todo cambie, para que nada cambie” es la mejor forma que encontró para lidiar con un sistema enloquecedor.
Bibliografía
Freud, S. (1921) Psicología de las masas y análisis del yo, T XVIII, Buenos Aires, Argentina, Editorial Amorrortu.
____ (1923) El yo y el ello en Obras Completas T. XIX, Buenos Aires, Argentina, Editorial Amorrortu.
Le Poulichet (1987) Toxicomanías y psicoanálisis Buenos Aires, Argentina, Editorial Amorrortu.
[1] Trabajo presentado en el VII Congreso de la Sociedad de Psicoanálisis de León-México “Ansiedad y depresión, el camino a la adicción”.
[2] Candidato de la Sociedad Freudiana de la Ciudad de México.