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Leticia Villagómez Tovar2, Miriam Jacobson Ihlenfeld3, Adriana Meluk Orozco4

Resumen

 Objetivos: Tres analistas de diferentes partes del mundo, se han encontrado para pensar, construir y re-transformar juntas un caso clínico y un sueño de una analizada con importantes afecciones somáticas. La escucha de la escucha planteada por Haydée Fainberg, ha sido el método de trabajo para pensar el caso.  Una de las analistas escucha y piensa a Sofía desde Freud a través de las neurosis actuales, la histeria de angustia y la simbolización. Otra de las analistas va llevando sus pensamientos a las ideas de Reverié de Bion y nos abre el debate de la diferencia entre lo psicosomático. Y posteriormente la tercera analista, incorpora la idea de mentalización propuesta por la escuela Psicosomática de París, lo que ha llevado a interesantes debates sobre cómo seguir pensando lo psicosomático. Juntas construyen una analizada con sus pensamientos y paracontratranferencia, para dilucidar cómo teorizar e intervenir con una paciente con afecciones psicosomáticas graves, que nos llevará a importantes disyuntivas; donde la comprensión del lugar en el que se encuentra la paciente, tanto estructuralmente como con sus producciones psíquicas, (simbolizaciones, mentalizaciones) que marcarán la intervención y  el consecuente destino de la afección somática.

  • Desarrollo:

Se realiza una introducción con la teorización sobre cómo se entiende la idea de construcción, deconstrucción y transformación. Se presenta posteriormente una parte de su historia de vida de una analizante con importantes síntomas corporales que la han llevado a múltiples intervenciones físicas y psíquicas que no favorecen en la disminución de su sintomatología y que anuncian un importante derrumbe psíquico. Seis meses después del inicio de la intervención, se presenta un sueño que marca el camino de estructuración y elaboración psíquica de dicha analizante, y como consecuencia, la disminución de sus manifestaciones somáticas. Cada analista implicada en la lectura del caso realiza su propia interpretación del mismo y juntas llegarán a desplegar importantes conclusiones sobre el paciente psicosomático y la intervención con los mismos en la clínica.

  • Resultados y conclusiones:

Se puso en evidencia de que manera cuando estamos ante pacientes psicosomáticos graves, la actitud de la analista y su tipo de escucha, darán lugar a la creación de un espacio que permita al mismo la emergencia del pensamiento, la transferencia, la simbolización y la elaboración de las situaciones traumáticas, dejando de lado la vía somática como forma de expresión de lo que no ha podido ser pensado y del camino a seguir por el analista.

1.XXXII Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis, (FEPAL) De-construcciones y Transformaciones, Lima, Perú. Del 26 al 29 de septiembre de 2018, Colegio Médico, Hotel Hilton.

2.Psicoanalista con funciones didácticas (Sociedad Freudiana de la Ciudad de México, SFCM), Doctora en Psicología Clínica con investigaciones en padecimientos psicosomáticos y de la alimentación, (Universidad Iberoamericana). Miembro IPA y FEPAL, Email:  levillato@hotmail.com

3. Psicoanalista. Miembro de IPA (International Psycohanalitytical Association).Miembro Titular de ApdeA, con función Didáctica.(Asunción-Paraguay). Miembro de Fepal. Email: miriamjacobson43@gmail.com

4. Psicóloga clínica, Psicoanalista titular (Sociedad Colombiana de Psicoanálisis SOCOLPSI) Psicoanalista invitada (Asociación Psicoanalítica de Madrid APM), Máster en Psicología Psicosomática, Psicosomatóloga (Sociedad de estudios psicosomáticos iberoamericana SEPIA) Especialista en trastornos de la alimentación, Especialista en duelo y tanatología. Miembro pleno IPA y FEPAL.Email: adrianameluk@gmail.com2

Descriptores: Desorganización progresiva, espacio transicional, histeria de angustia, identificaciones, mentalización, neurosis actuales, psicosomática, simbolización, reverié.

Introducción:

Armar, ensamblar, unir, juntar piezas que se encuentran separadas con el fin de darles un sentido; estructurar, edificar y levantar entre otros términos, nos llevan a que en nuestras cabezas surjan infinitas ideas cuando en el psicoanálisis se nos aparece el término construir. Pero: ¿De qué hablamos los analistas cuando nos referimos a la idea de construir? Es muy interesante pensar en cómo Freud sobre el año de 1937, nos hace una interesantísima sugerencia en la que se pregunta sobre el objetivo de la cura analítica. Y nos introduce en la idea de que parte de la tarea del analista es elaborar construcciones del material traído por el paciente a la consulta, con el fin de tomar esas piezas de la amnesia infantil, estructurarlas y devolverlas al paciente en un tiempo en el que este esté preparado para recibir dicho ensamble, que llevará al resurgimiento de esos recuerdos infantiles reprimidos. Freud es enfático al mencionar, el beneficio terapéutico que dicha construcción produce en el paciente si esta es verdad y  se acerca al contenido que ha sido previamente reprimido.

Vale la pena mencionar que durante toda su obra Freud – quizás por su espíritu de arqueólogo– va dando la idea de la psiquis, como una organización que desconocemos en su totalidad y que se nos presenta como trozos, piezas, fragmentos, que vamos uniendo hasta que aparece ante la dupla analista-analizando, una reconstrucción consciente de la historia del paciente en la que por supuesto están incluidas las fantasías que este ha construido sobre sí mismo. Esta historia personal, recoge no sólo los relatos sobre las vivencias psíquicas sino la historia corporal; y lo más interesante, de la red, del tejido que desde el principio las liga. No existe un cuerpo sin una psiquis y no existe una psiquis sin un cuerpo que la aloje. Son una unidad y ese el énfasis que es significativo señalar.

Pero muchas veces no encontramos con que para construir hace falta una Deconstrucción. Dicho concepto creado por Jaques Derrida, pensador moderno pos-estructuralista,  alude a las leyes del pensamiento y sus carencias. Nosotros tomamos el término desde ese lugar, el de la carencia, pensando que un proceso analítico se teje sobre vacilaciones e incertidumbres, más que sobre contundencias. Y en ese contexto trabajamos, buscando un saber, que no es nuestro, y al que se nos adjudica poseerlo y tentando que el analizado lo encuentre, desde sus propias carencias, dolor, psíquico, físico, angustias y la más variada gama de sensaciones y sentimientos a los que se ve expuesto en un proceso, que implica una búsqueda y al que los analistas nos avenimos en un contrato y un encuadre y un modo de abordaje. Esto nos convierte en una dupla, viviente en el sentido transferencial y contratransferencial, las más de las veces decodificadores de sensaciones muy primarias y que a la vez, debemos ser continentes y sostenedores de tales movimientos, tratando de evitar derrumbes. Freud, aludía al juego de ajedrez al referirse a tales movimientos, hoy día tal vez, el juego de la “Jenga” aluda también a nuestra tarea. Un juego en el cual se construye una torre con piezas de madera y en la medida que va creciendo, se van quitando piezas de abajo para ir construyendo hacia arriba. No deja de ser una figura representativa de un proceso de deconstrucción, siempre plausible de caer, en cualquier tramo para volver a estructurar en la búsqueda de una transformación, que dé cuenta de su efecto. Y referido al proceso de deconstrucción en el psicoanálisis, donde no se tienen ideas preconcebidas de lo que el paciente va a decir, en que se puede ser depositario de las sensaciones diversas y complejas, un diván que invita a que se aflojen las identificaciones, que se puedan controlar las posiciones asumidas, los saberes establecidos y que el síntoma tratará de sostener de todas maneras. Entonces podemos ver claramente con qué cuidado se desarrollará esa deconstrucción para obtener transformaciones.

Se retomará desde lo expuesto anteriormente a Sofía, desde el abordaje de los temas de este Congreso: De-construcciones, Construcciones y Transformaciones.

Las construcciones y de-construcciones en este trabajo psicoanalítico, se da a través de la dupla analista-analizando, para adentrarnos a contenidos psíquicos no representados y simbolizados. Este ir y venir entre estos aparatos psíquicos, el de ella y el de la analista, se relacionan con el acercamiento a recibir todas esas partes inconexas de Sofía sin tinte libidinal, para vincular las representaciones y afectos que desde el inconsciente resuenan y que son evocadas a partir de las transferencias. De esta forma se dan las construcciones subjetivas que favorecen este análisis a través de descifrar, deconstruir, los enigmas de su historia libidinal donde el trabajo analítico da paso a la simbolización de contenidos psíquicos para dejar de lado las somatizaciones. Las transformaciones están relacionadas a un sueño y muestran algunos de los contenidos psíquicos modificados desde la escucha de la analista y las representaciones psíquicas de la analizante. El psicoanálisis como medio transformador, encuentra representaciones inconscientes que son reprimidas para volver a situarlas desde el preconsciente a través de la escucha y la palabra.

De otro lado, las analistas que acompañan posteriormente en la tarea de la escucha de la escucha, hacen el mismo trabajo. Cada analista/traductor, dice Faimberg (2010), refiriéndose a la experiencia de dirigir grupos clínicos, tiene un presupuesto básico que lo sustenta, una o varias teorías que dan cuenta de sus intervenciones. Y es por esa vía que planteamos la elaboración del trabajo; en especial la de crear un marco analítico (disimétrico), donde puedan ser reveladas las verdades de las que es portadora la paciente.

Las analistas escuchan a la paciente a través de su analista (escucha de la escucha), la construyen en sus mentes, la piensan y sienten, y se permiten reconstruir a la manera de un “puzle”, la transformación que todos experimentan, porque sin duda no somos los mismos cuando pasamos por compartir la vida mental de otra persona.

CASO CLÍNICO (3 momentos de Sofía)

ANALISTA: Leticia Villagómez Tovar

Entrevistas iniciales, 11 de marzo del 2015

Sofía es una paciente de 51 años, casada, dedicada al hogar, con estudios en áreas audiovisuales, referida por una colega psicoanalista.

Al entrar Sofía me percato de que es una mujer con importante aspecto depresivo, su mirada revela una profunda tristeza. En otros momentos en su tono de voz y en su discurso se percibe la ansiedad que la hace desbordarse al intentar expresar lo que le sucede. Aparecen los dedos de sus manos agrietadas y sangrantes, con lesiones del “despellejamiento” que continuamente se hace en el contorno de sus uñas. En su vestir y peinar aparecen sus costumbres conservadoras, da la sensación de que fuera una mujer más grande de la edad que tiene. Llama mi atención verla entrar cargada con una serie de objetos que invaden el espacio y que podría haber dejado en su auto, gabardina, bolsas, paraguas.

Sofía ha acudido a diversos tratamientos psicoterapéuticos anteriores que ha abandonado. Ahora viene ante el conflicto que ha tenido recientemente con su yerno, el esposo de su hija mayor, que vive fuera de la ciudad y le señala que él no acepta que los visite. En estas primeras sesiones habló de sus miedos, teme a los temblores, al cáncer y a la muerte. Mencionó padecer de fibromialgia, dificultad para tragar, siente que algo se le atora en la garganta, señala que los síntomas aparecen ante los conflictos con el esposo. Cuando está dormida y descansada no surgen, señala que algo tienen que ver con su angustia. La dificultad para tragar, acompañada de ahogo ha sido tan grande que se ha hecho intervenir quirúrgicamente sin lograr que desaparezca. Relata un fragmento de su historia con el esposo. Inició su noviazgo con “I”. a los 15 años, a los 19 inicio relaciones sexuales, al quedar embarazada se casa. Sofía ha tenido conflictos a causa de que él le ha sido infiel en varias ocasiones. Ante estos engaños ella revisa continuamente la ropa de “I”., su teléfono y está al pendiente todo el tiempo de él. Todo esto le ha ocasionado sus estados de tristeza y ansiedad, por lo que ha tomado antidepresivos frecuentemente, acude a la automedicación y a tratamientos médicos para luego abandonarlos.

Sofía es originaria y vivió en una bella ciudad de este país donde se destaca por su riqueza cultural, artística y de tradiciones, en este escenario, se desarrolló la vida de su familia, donde su padre, varios de sus hermanos y su esposo se han dedicado a profesiones relacionadas con la salud. Después de casada vino a vivir con su esposo a la Ciudad de México.

Relaciona el miedo al cáncer y a la muerte de su padre por esta enfermedad. Sofía reconoce que su madre es autoritaria en extremo y ella ha tomado parecido, además de que lleva su nombre y el de la abuela materna.

Sofía es la quinta entre siete de sus hermanos, sus recuerdos infantiles están llenos de exclusión de los hermanos mayores, donde Sofía siente resentimientos hacia ellos y un importante apego a la madre y hermanos menores, C. y P. Otro recuerdo frecuente son los continuos pleitos violentos entre sus padres por la infidelidad de éste y el control que quería tener su madre sobre él.

Relató que su hermano C., menor que ella dos años, padeció de esquizofrenia, se perdía por la ciudad e iban a buscarlo. Se suicidó al mes de que ella se casó. Su madre le ha mencionado que su hermano se suicidó porque estaba enamorado de ella. En este momento se soltó en llanto como en muchos otros, donde relata situaciones dolorosas de su vida.

Se siente culpable por el maltrato que ha dado a sus hijas desde niñas, son tres, la mayor está casada y tiene hijos pequeños, la de en medio casada, la menor soltera y vivía con ella y su esposo. Sofía hablaba de lo mal que ha estado y la angustia permanente en la que vive, sus crisis de fibromialgia son frecuentes y presenta reacciones somáticas a causa de ésta, como dolores en el cuerpo y en la cabeza, problemas digestivos, recurrentes cuadros infecciosos y rigidez corporal.  Acude continuamente a diversos médicos, que le han señalado que sus afecciones se relacionan a la fibromialgia, tratándola con medicamentos. Mencionó que es una persona amargada. Me da la, sensación de que es una mujer con importante incapacidad para disfrutar.

Sesión de julio del 2015, a los seis meses de análisis.

Sofía ha presentado un cuadro bronquial en estos días y llega tosiendo con cubre bocas, dice haber sido contagiada por el marido que en ningún momento tuvo cuidados para evitar el contagio, comenta que no puede tomar antibióticos por el reflujo. Llora y dice que su hija, A. y su esposo no la han cuidado y ella si los cuida cuando se enferman.

 Trae a la sesión un sueño.

“Estaba en un edificio, en la azotea y había bardas de una construcción antigua, que separaban los espacios de los tendederos, había puertas en estos cuartos. Entró un hombre y se quería encerrar con ella, Sofía lo empuja, lo golpea, lo mata y lo echa por un espacio que está entre los edificios.”

Silencio….

L. ¿Qué te lleva a pensar este sueño?

Las bardas antiguas son como las de mi casa paterna, en esa casa, cuando éramos niños había esas construcciones en la azotea. Después de que hablé aquí del suicidio de mi hermano C. y la relación con mi boda no he dejado de seguir con estos recuerdos. He pensado que tal vez por eso estoy enferma. Un día en mi casa mi hermano R., cuando éramos niños me dijo que, si no fuera su hermana, se casaría conmigo. (Llora y se hace un largo silencio).

L. O sea que no sólo sientes que tu provocaste la muerte de C., ante el señalamiento de tu madre, que fue por tu matrimonio; sino también de lo que te dijo del deseo que tenía tu hermano R. hacia ti.

Me siento muy mal, pero yo no hice nada por gustarles a ellos y a los hombres. Mi mamá nos cuidó mucho de los hombres y nos prohibía que mis hermanos se acercaran a nosotros, nos prohibía tener novio hasta que fuéramos grandes.

Siguiente sesión.

He seguido pensando en este sueño que traje en la última sesión, dice Sofía. Relaciona la aparición de la fibromialgia al tiempo en donde su madre le entregó los trozos de la ropa   llena de sangre coagulada de C. el día del suicidio y que ella ha guardado hasta ahora.

Sigue asociando al sueño y se hace una pregunta ¿Por qué yo quiero esconder a ese muerto en esa hendidura de mi casa, será para deshacerme de él?

L. ¿Será que por muchos años has querido guardar todos estos recuerdos que te han llenado de dolor y culpa? ¿Por qué recibir todo lo que te dan, como los vestigios del suicidio de tu hermano? Has hablado aquí que tu hermano tenía serios problemas mentales y sigues cargando con esto.

Mi madre dice que ella no quiere cargar con sufrimiento porque quiere vivir cien años. Mi hermano ya estaba muy mal, tenía esquizofrenia, se agravo con un accidente donde se pegó en la cabeza. Ya había tenido intentos de suicidio al tomar medicamentos para morir, en otra ocasión se colgó y lo alcanzaron a bajar. El día que se suicidó mis padres habían peleado frente a él, tal vez estaba afectado por lo que sucedía en casa.

Sofía vuelve a describir detalladamente la escena del suicidio de C., y dice: mi papá, andaba como decía mi mamá, de putas, apareció hasta en la noche porque su familia lo fue a buscar.

L. ¿Qué sucedió después?

Mi madre se encaneció y se puso muy deprimida, ya no era la misma, habla continuamente de él, se molesta cuando no lo recordamos, sobre todo para su cumpleaños y el día que murió. Mi papá se dejó crecer el cabello y se peinaba con una coleta, usaba huaraches y pantalones de mezclilla, él no era así, cambió su trabajo al turno de la noche. Mi hermano R. se hizo alcohólico, al otro le dio por andar con mujeres, como mi padre. Yo estaba embarazada y me puse muy triste. Mi hermana mayor se casó con un hombre más joven que ella, que se parecía a C. (Me quedé pensando que el padre había tomado la vestidura del hijo desaparecido).

 Sesiones posteriores al sueño.

En las sesiones posteriores a este sueño, Sofía continúa elaborando los hallazgos, presenta importante mejoría en sus síntomas psicosomáticos y en su estado de ánimo. Estas transformaciones en el análisis las he relacionado a la estructuración psíquica que se ha venido dando a través de la transferencia.

Ella lo relacionó a que ya no está tan tensa, ha bajado su angustia, ya puede comer frente a los demás, han disminuido sus dificultades para tragar, también las molestias en el cuello. Ya duerme mejor, antes solo lo hacía a ratos, despertaba por las pesadillas.

En el transcurrir de su análisis me percato que algo sucede con Sofía, ante nuestras separaciones por los frecuentes viajes que hace con su esposo o a visitar a su familia, regresan a ella las somatizaciones con las que iniciamos, los estados infecciosos relacionados a problemas respiratorios, la fibromialgia reaparece y vuelven los dolores en el cuerpo o las complicaciones digestivas, retorna el insomnio y se percata que la angustia vuelve a hacerse presa de ella. Al retomar el curso de las sesiones analíticas y la cercanía a mí, se quedan de lado los síntomas psicosomáticos para resurgir en ella una transferencia neurótica con importante capacidad de simbolizar.

Impresiones y comentarios sobre Sofía y “El sueño de Sofía”

*Miriam Jacobson Ihlenfeld (Asociación Psicoanalítica de Asunción-Paraguay APDEA).

El primer intento de llegar a Sofía a través de la lectura del caso clínico me resultó resistido, no conseguía aproximarla, pensarla, una especie de desidia me impelía a postergarla. Debí pedirle a su analista (Leticia Villagómez), que me ayudara a rescatarla, contándome desde su lugar, trozos y vivencias de esa rica y única relación, la de la analista y su analizanda. Así comencé a interiorizarla, a través de las tonalidades afectivas y los diversos ritmos que se iban imponiendo en el relato de Leticia, y Sofía fue recobrando forma y vida en ese contexto de escucha de la escucha”. Fue entonces que comencé a pergeñar la idea de cómo ingresar en la historia escuchada de Sofía y desde qué soportes teóricos comenzaría a abordarla. “La primera ocurrencia me la ofreció el propio método de Haydee Faimberg, quien se pregunta sobre: ¿qué o cuáles presupuestos básicos teóricos, escuchamos, comprendemos y evaluamos en el trabajo clínico de una colega? Un método de trabajo que nos exima de “apropiaciones narcisistas” que en este contexto pierden ímpetu.

Fue así como de entrada me pareció comprender, que lo antes resistido estaba ligado a una primera impresión de maltrato, de mensajes amenazantes, de emociones reprimidas, negadas y de un  implícito mandato autoritario, de “Honrarás a tu padre y a tu madre”, a pesar del control intrusivo de una madre rebasada de fantasías incestuosas, omnipresente,  que suscitaba sentimientos disociados en la paciente, ante una vida signada por acontecimientos trágicos, traumáticos, a los que  por añadidura, la hacía responsable. Una identificación alienante con una madre intrusiva, que proyectó los propios dolores y frustraciones en su hija. De esta situación es desde donde se plantea la incidencia de la identificación como paradigma de la repercusión traumática en la vida psíquica de Sofía. Será S. Freud, (1917) quien a partir de “Duelo y melancolía”, luego “El yo y el ello” (1923) quien promoverá ese cambio de paradigma. Este artículo implicará un modo diferente de concebir el sujeto del psicoanálisis. Dirá que el yo es la sede de todas las identificaciones y desde esa nueva perspectiva dirá también que el sujeto de la segunda tópica, el sujeto del inconsciente es además del sujeto de la pulsión, el sujeto de la herencia. Su subjetividad está instituida por identificaciones adquiridas en el seno de la matriz familiar, que otorga lugares, plantea ideales, propone prescripciones, proscripciones, prefigura conflictos. Y es precisamente en ese contexto donde podemos ubicar a Sofía, con toda esa carga de identificaciones internalizadas que juegan un fuerte papel como fuente de su conflictiva intrapersonal.

“Sofía, una niña a la que le faltó amor, falta que se resiente en el cuerpo”. Así llega a consulta, despliega objetos por el consultorio, como fetiches que la protejan de ser dañada por un otro, depresiva, padeciendo dolores, una fibromialgia que aparece cada vez que el marido le es infiel, infidelidad que Sofía justifica por el mismo motivo que ella padece, ser mujer y causa de las infidelidades y decisiones trágicas de los hombres más importantes de su vida. Una lealtad a ese vaticinio materno, que se había tornado profético con repercusiones traumáticas, repetitivas, mudas que atestiguaba una presencia pulsional mortífera que atacaba  el cuerpo,   impidiéndole experimentar y simbolizar sus verdaderos sentimientos y emociones, sumida en una “Identificación narcisista alienante”.

A partir del momento, de ingreso de la paciente a la consulta con su analista, pienso en el arduo trabajo de la psicoanalista y el monto de carga emocional y afectiva que, junto a su propio cuerpo habrá puesto al servicio de la paciente.”Hay que deconstruir, es decir hay que desmontar a través del análisis una historia singular, que le permita luego a la analista, la construcción y transformación de una vida mental más plena para la paciente. Estamos hablando de la construcción temprana del psiquismo. Intuyo a la analista trabajando como la madre con capacidad de “reverié”, (Bion, 1975), una madre continente que permite metabolizar aquello que la paciente trae como símbolos desintegrados, diseminados por el cuerpo, un cuerpo que no podía escuchado bajo la proscripción persecutoria de la madre real que proponía fantasías incestuosas, desde su prohibición, que fueron cumplidas con la muerte del hermano, muerte de la que la madre hizo responsable a Sofía. Una alienante configuración incestuosa. Y Hoy la analista revive esa situación y responde al sufrimiento de la paciente, quizá experimentando en su propio cuerpo (el de la analista), aquellas sensaciones más primitivas, que le permitan devolverle a Sofía contenidos, intervenciones que la contengan a dar sentido al “sinsentido” de lo traumático e instaurar la capacidad de pensar y vincularse, (Bion,1967). Es así como intuyo a la analista construyendo un espacio, una zona intermedia, que libere a Sofía del espanto de ser atacada, re tejiendo en la experiencia de una realidad interior y una vida exterior, nueva, transformada. Un campo que pueda abarcar juegos, sueños, creaciones, sentimientos, un espacio libre de ataques. Una “madre lo suficientemente buena” (Winnicott,1971).

Tomó también las conceptualizaciones teóricas de Marty, en las cuáles pensando en pacientes con síntomas psicosomáticos, coloca estos fenómenos en el marco de lo que denomina “conversión pre genital”. Es desde ese criterio donde puedo advertir el cuidadoso empeño en el abordaje desde un lugar re-maternizarte instalando originalmente una transferencia básica, no triangulada, donde la analista podrá desarrollar intervenciones más en el orden de lo constructivo que lo interpretativo, en el cuidado de no provocar una iatrogenia, y en el esfuerzo por ir ligando afectos y representaciones que permitieran sacar a la paciente de la repetición compulsiva y llevarla a un mayor grado de mentalización.  Me figuro entonces el trabajo de historización, complejo con pacientes así afectados y sabemos que es una tarea paciente y lenta, finalmente como la mayoría de los procesos, aunque lograr instalarlo como tal, constituye a la vez, una particular exigencia al funcionamiento mental y a la capacidad creativa del analista.

“EL sueño de Sofía” y la visualización del tema.

Me parece oportuno mencionar como la analista posiciona a la paciente rodeada de un ambiente cultural, y artístico de mucha relevancia, tanto dentro de su familia, como también en la ciudad donde vivió su infancia y juventud. Estuvo rodeada de influencias estéticas, de elaboraciones creativas, que indudablemente habrán impactado en Sofía de diversas maneras desde la posibilidad de ligar símbolos y afectos hasta el impacto de las formas y colores, que seguramente habrán hecho mella en su subjetividad. Partamos solo del efecto placentero que puede producir lo estético como un elemento de equilibrio ante el displacer (Freud,1920). Toda producción cultural, surge en el inconsciente del sujeto originada por lo sexual reprimido, sobre este material actúa la sublimación, transformándolo en cultura, en material socialmente aceptable.

Este comentario, es solo para ir un paso más sobre el tema del sueño de Sofía, para entender porque la paciente seis meses después de iniciado su tratamiento, tiene un sueño tan revelador. Tal hecho da cuenta de un trabajo arduo, minucioso, de previas de-construcciones y transformaciones, entre una dupla de trabajo analítico, denotando la lograda instalación de la transferencia positiva de parte de la paciente (anclada ahora si en el proceso) y sobre todo, una contratransferencia en la analista de alta sensibilidad, de modo que sus intervenciones en la de-construcción no desmoronasen la estructura, sino que la recompusieran y la transformaran. También presenta una elaboración onírica compleja con elementos tan simbólicos que parece aludieran al propio sepultamiento psíquico de tanto sufrimiento, a través de esa grieta, esa escisión con la que tuvo que vivir gran parte de su vida, entre ese psiquismo con déficit en la tramitación psíquica de la excitación somática. “Esta que no tiene representación psíquica, que emerge como una cantidad, más cerca a lo pulsional y desligada de los afectos”. (Aisemberg 2012) De ahí tanta angustia, tanto dolor psíquico y físico.

A propósito del sueño de Sofía, y del trabajo de Leticia con su paciente, aunque Freud no llegó a trascender en su teoría del fenómeno onírico, en el sentido de que los sueños eran un cumplimiento disfrazado de un deseo y la vía regia para explorar el inconsciente, autores post freudianos, proponen dos modelos. La clásica de interpretar lo reprimido y la segunda, de la transformación o reconstrucción de estados no representados simbólicamente, producto de la mente escindida. Es decir, el producto de un trabajo de contención y de contenido. ( Anzieu 1985), señala, los sueños post-traumáticos estudiados por Freud en 1920 en “Más allá del principio del placer”, cumplen con nuevas funciones, reparan las heridas narcisistas sufridas por el trauma, restauran la envoltura psíquica (el yo), rasgada por la efracción traumática, controlan retroactivamente, las circunstancias desencadenantes del traumatismo e intentan restablecer el principio del placer en un aparato psíquico que por el traumatismo regresó  a un funcionamiento de repetición compulsiva y no de deseo.                                                            

Entonces, imagino a la analista de Sofía trabajando, entre supuestos teóricos diversos, entre un primer aparato psi, en un juego de vaivén con el de la segunda tópica, en intervenciones de presencia y silencios cargados de afectos, como en interpretaciones en los momentos más adecuados, siempre dentro de una flexibilidad de encuadre que permitiera preservar al máximo el psiquismo de la paciente. Por último, retomo aquel entorno cultural al que aludía Leticia, y pienso si pudo haber sido cómplice en las posibilidades de sublimar el dolor, para rescatarse con la mirada puesta en la creatividad cotidiana de su entorno.

¿Psicosomática o histérica? He ahí el dilema de Sofía.

*Adriana Meluk Orozco. (Sociedad Colombiana de Psicoanálisis SOCOLPSI) Psicoanalista invitada (Asociación Psicoanalítica de Madrid APM).

Desde las ideas iniciales de Freud sobre la histeria, la relación entre lo psíquico y lo somático ha generado una importante fascinación en las teorizaciones de muchos analistas.

C. Smadja (2009) sugiere que dichas teorías pueden están agrupadas alrededor de tres ejes conceptuales: la simbolización, la adaptación y la desmentalización. Al agrupar de esta manera las diferentes ideas, se intenta operativizar los conocimientos adquiridos alrededor de lo somático, llevando esto a que se construyan modelos explicativos de dicho fenómeno.

Mi disertación se centrará en los trabajos sobre desorganización mental, mentalización y desmentalización de la escuela de París, y cómo desde ellos podemos explicar el funcionamiento somático de Sofía. Es el análisis y su analista, en este caso, lo que permiten la transformación de los síntomas físicos y las acciones, en hechos para ser pensados y psiquizados por la paciente. No pienso en Sofía como una paciente psicosomática descrita a la manera de la Escuela de París, sino en una paciente con un cuadro neurótico de características histéricas, donde se usa el cuerpo para somatizar el conflicto psíquico.

El modelo de comprensión desarrollado por la Escuela psicosomática de París, permite entender los pacientes en los que se observa una relación precisa entre un conflicto psicoafectivo y la enfermedad somática, estableciendo una relación de causalidad que se posa sobre los caminos pulsionales. La enfermedad somática desde esta escuela “no es una forma particular de la histeria. En efecto, no corresponde a una forma de figuración simbólica en el cuerpo de un conflicto reprimido en el inconsciente.

La enfermedad somática aparece, cuando el funcionamiento psíquico claudica en ausencia de otro modo de regresión”, como señala Tenorio de Calantroni (sin fecha). Este es el aspecto que deseo rescatar en el caso de análisis propuesto por la Dra. Villagómez.

Con esta base teórica surgen mis primeras impresiones con relación a Sofía. Ella se me presenta como una paciente en la que es evidente cómo el conflicto psíquico no ha encontrado una vía completa de elaboración mental. Sus representaciones y fantasías son deficientes (más no inexistentes) a nivel cualitativo, lo que van llevándola hacia una salida económica de tipo somático (enfermarse) y otra de tipo comportamental (autolesionarse, quitando la piel de sus manos) en detrimento del trabajo psíquico.

Se enferma una y otra vez sin encontrar alivio, y van migrando las manifestaciones corporales (fibromialgia, dificultad para tragar, ahogo, dificultades digestivas) como consecuencia de la reactivación en la actualidad de diferentes conflictos tempranos: problemas con sus padres y hermanos, que luego se trasladan a su esposo, hijas y yerno. Es como si el trabajo mental logrado a lo largo de su desarrollo psicoafectivo, sufriera un ligero borramiento y aparecieran algunas regresiones en momentos de desorganización. Estos dos puntos, El borramiento del trabajo mental sostenido del sujeto a lo largo de su desarrollo psicoafectivo, como consecuencia de la desaparición de la libido y la aparición de la regresión como dinamizador de las funciones somáticas son fundamentales en la comprensión este caso.

Como lo señala P. Marty (1991) gracias a las fijaciones, las desorganizaciones se apoyan en regresiones que posteriormente permitirán la reorganización; es decir, sirven los puntos de fijación, como sistemas de contención ante los movimientos retro regresivos de desorganización. El individuo parte de una base somática, en la que se va poco a poco estableciendo la psiquis en el soma, y cuando esta tarea se cumple, se constituye en la cumbre jerárquica funcional del proceso de habitación somática. Dicho proceso funcional se comprueba, cuando las percepciones sensorio-motoras- primero de cosas y luego de palabras- son almacenadas en forma de representaciones, las cuales se irán ligando a afectos y serán usadas en nuestros procesos de pensamiento y asociación, para luego almacenarse en el preconsciente. Toda nuestra historia bien sabemos, quedará registrada en nuestra psiquis, pero Pierre Marty (1991) dedica especial importancia al desarrollo del sistema preconsciente en la infancia. Para él, el preconsciente se apoya en el funcionamiento somático, es el punto en el que se articula el pensamiento y determina que cumpla un papel muy importante al ser significativo en la económica psicosomática.

Es así, como el cuerpo de Sofía ha servido de anclaje y ha permitido el que no colapse totalmente su mente y se mantenga el sistema de representaciones del preconsciente disponibles para fantasear y soñar. Sin embargo, su mente no logra darle calma ni alivio y debe recurrir a la búsqueda del alivio en el exterior (medicaciones, comprobación de la existencia de los vínculos y cuidado) para no colapsar.  Llevándola a un estado de permanente ansiedad.

La historia de Sofía ha estado marcada por una madre autoritaria, con la que ella se ha identificado, y la han identificado, ya que le dan el nombre de la madre y la abuela y se le descarga el peso de la muerte de su hermano “para que la madre pueda vivir cien años”. Es como si Sofía fuera usada por la madre como una parte de sí misma donde se deposita aquello que no se desea o genera mayor conflicto. De allí el que la relación entre ellas (que luego se reproduce en la pareja) es de marcada dependencia y agresividad.

El padre de Sofía es un padre ausente, distante e infiel a la madre y a la misma Sofía, a la que le debió ser muy difícil lograr ser competencia de la madre –por ser un trozo de esta- y donde el amor se debe pelear no con una solo mujer sino con muchas mujeres.

Por su parte, en el grupo de hermanos, se juegan pasiones intensas donde la exclusión, el amor, el incesto, la locura y la muerte están muy presentes.

La madre de Sofía, quien cumpliría la función de organización de todo este entramado mental y que servirá de soporte; se revela como una mujer deprimida y en conflicto con su esposo, lo que la lleva a que esté mentalmente de forma intermitente para Sofía y presenta al padre y a los hombres en general, como objetos de los que la paciente debe tomar distancia por ser peligrosos. 

Es evidente como para Sofía diferentes eventos de índole traumático (la depresión y ausencia por momentos de su madre, la indiferenciación con ésta, el enamoramiento y suicidio de su hermano, la infidelidad de su padre y esposo, el conflicto con el yerno entre otros), han contribuido a desdibujar las bases sobre las que está establecida parte de su organización mental, dejando fracturado el equilibrio psicosomático y permitiendo  la instauración de las enfermedades sobre las partes no mentalizadas. Vemos como cada vez las enfermedades que se presentan en Sofía son más complejas, llevándola incluso a ser intervenida quirúrgicamente. Enfermedades que le quitan la vitalidad, la fuerza y la voz. Sofía no ha podido previamente hablar de sus dolores, de sus traumas. Sin embargo, los representa en su cuerpo y se dan grandes actuaciones como descargas de malestar.

Así, P. Marty (1991) aclara, que siempre se dará cierta desorganización en un sistema funcional ante un exceso de excitaciones. En el caso de un hecho traumático a nivel afectivo, se desorganizarán primero los estratos más altos de la jerarquía psíquica, luego los estratos que corresponden, a otros sistemas mentales previos instalados durante el desarrollo, – como es el caso del sistema de representaciones del preconsciente- y por último se da la desorganización somática. Se sugiere en muchos momentos como ejemplo para comprender este punto, “como si alguien cayera por una escalera (regresión) y los descansillos actuarán como puntos de fijación, que detienen el desplome psíquico total”. En esta línea y con este ejemplo: entre más complejo es el trauma, más compleja es la caída, el daño y más tempranos los puntos de fijación como lo observamos en la paciente expuesta.

El proceso de desorganización como lo señala Marty (1991), será igualmente progresivo y será ocasionado por disociaciones y anarquizaciones de ciertas funciones sucesivas, es decir, quedan como bloqueadas cadenas de organizaciones y se dará un desmonte desde lo psíquico hasta lo somático como ya lo he mencionado. Cuando la desorganización progresiva por un hecho traumático alcanza el cuerpo, el paciente rompe por aquellos puntos que son predisponentes para él, según sus condiciones particulares de vida y la gravedad de la enfermedad, la cual dará cuenta de la desorganización que se ha producido en el tiempo. Cuando se carece de capacidad de representación mental, el traumatismo degenera en trauma porque los acontecimientos que provocan la tensión no pueden fantasearse, quedando en el lugar de lo irrepresentable y en este sentido Sofía encuentra en el proceso analítico un freno a la progresión de la desorganización.

Hay algo muy importante que señalar y es que algunos síntomas clínicos que dan cuenta de la desmentalización total, en los pacientes psicosomáticos graves como son: el funcionamiento operatorio, la depresión esencial, la sobreinvestidura del yo, la narcicisación fálica y la dramatización externalizada, son escasas en el funcionamiento de Sofía, lo que resulta de buen pronóstico, por lo que es posible ubicarla en el territorio de las neurosis con mejor mentalización. Se nos revela la paciente en la medida que transcurre su análisis como alguien capaz de identificar el conflicto, ligarlo a afectos y representaciones y en muy poco tiempo de tratamiento (seis meses) traer a la sesión un sueño que da cuenta de un sistema mental que logra rápidamente estructurarse con el adecuado soporte que ha dado su analista durante el tratamiento.  Este aspecto es muy importante porque nos da cuenta de un preconsciente con cierto espesor, que como sabemos se apoya en el funcionamiento somático, y es el punto en el que se articula el pensamiento y cumple un papel muy importante al ser significativo en la económica psicosomática. No predomina por otro lado en Sofía el funcionamiento automático, ni prevalece lo fáctico y lo actual en sus relatos como nos lo menciona su analista, ni las actividades mecánicas y lagunas significativas del preconsciente. Es aquí donde veo la gran reconstrucción psíquica de Sofía. Su sistema mental logra cierta estabilidad y cohesión que flaquea ante la desaparición del objeto real. Lo que nos evidencia que aún se debe continuar el trabajo analítico con ella.

La actividad de la fantasía se conserva, por lo que hace que también la función onírica la rescate y la deformación que puede hacer el preconsciente de los contenidos no es precaria (hay desplazamientos, condensaciones y deformaciones). El sueño se localiza en un escenario infantil en el que ocurre el asesinato de un hombre que resulta para ella peligroso (padre-hermano) y que nos da cuenta de lo que en el inconsciente de Sofía se aloja (padre ausente -que no está con ella y su madre, sino con otras mujeres- y que ella ha desaparecido, con la correspondiente culpa). Ella se queda con su madre y hace una importante contra-identificación con esta. Sofía luego repite en su vida episodios similares a los vividos (consigue un marido que le es infiel y reproduce con sus hijas el maltrato). El sueño que la analista menciona como transformador, muestran un preconsciente que aunque anémico, es capaz con la ayuda de la analista vitalizarse, lo que nos da una idea de que aunque pudieron existir fallas a nivel de la paraexitación de los padres hay actividad de la fantasía y presencia de objetos internos, lo que hace que también la función onírica se, de, con una cierta calidad de límite a la reproducción de los acontecimientos casi literalmente y la deformación que puede hacer el preconsciente de los contenidos es de cierta calidad.

Con Sofía no hay una depresión de características esenciales o falta de expresión afectiva  (disminución del tono vital libidinal, falta de deseos, de interés en la vida) en su caso, la tristeza está ligada a los diferentes conflictos y hechos traumáticos, y la ansiedad sirve como sistema de alerta de la tensión de su escenario mental, cosa que no veríamos en un paciente psicosomático. Es una paciente que sufre y teme a sus objetos internos, los cuales ella debe “asesinar” para que no la ataquen, ni la destruyan y frente a los cuales experimenta culpa por el deseo que en ellos despierta.

Sofía habla desde su cuerpo y este le sirve de instrumento para expresar un conflicto de tipo neurótico en el que el síntoma tiene un carácter simbólico. Sabemos que los síntomas de conversión suelen afectar la motricidad voluntaria y los órganos sensoriales (no puede tragar, se ahoga, le duele su cuerpo cuando se deprime por las infidelidades de su marido, las que están en posible relación con el dolor que le generaban las infidelidades de su padre a su madre y no ser esta el objeto de deseo del padre y por ende tampoco Sofía). Es muy importante aclarar que cualquier sujeto ante una experiencia traumática se puede descompensar somáticamente y es lo que se percibe en Sofía.

Interpretando a C. Smadja (2009) el inconsciente de Sofía “recibe y emite” con lo que logra transformarse y ligar simbólicamente el conflicto a palabras junto a su analista con lo que se logra un equilibro en la economía psicosomática.

P. Marty, (2003) define la histeria de características conversivas como la transposición de un conflicto psíquico en síntomas somáticos sobre todo sensorio-motores y afirma que los distintos períodos en el curso del desarrollo las afectan particularmente. Si bien emparentadas con la histeria, las afecciones que provienen de las regresiones somáticas parecen responder a 4 reglas:

1. Son desencadenadas por un traumatismo psíquico-afectivo que ha desorganizado momentáneamente al aparato mental. Que en el caso de Sofía ya lo he sustentado.

2. No son evolutivas y son reversibles. Se presentan como enfermedades que tienen crisis, de duración más o menos prolongada (Fibromialgia, constipación digestiva, dificultades tragar y ahogo).

3. Casi siempre son habituales en los sujetos que las padecen.

4. Su sintomatología es limitada y está constituida por hiperactividades o hipoactividades de sistemas funcionales relativamente aislados dentro de la organización psicosomática general de los individuos. Situación que es evidente en Sofía.

Así y como lo hemos oído antes, en el cuerpo histérico se teje una historia que se cuenta en el cuerpo mismo a diferencia del paciente psicosomático donde el cuerpo padece el dolor mental, no lo narra, lo sufre y da cuenta de un inconsciente que ha dejado tener contacto con los otros estratos mentales de forma fluida.

Ha sido muy interesante leer y releer en un segundo momento a Sofía, oírla narrada desde su analista y el correlato desde los afectos y contratransferencias. Sofía nos remite a nuestros orígenes freudianos y es donde vemos claramente cómo el psicoanálisis y en este caso una analista altamente contenedora y dispuesta, resulta en sí misma en una experiencia que cambia, modifica, reconstruye y transforma. Permite contar a otro una historia, construirla a su lado como partícipe y testigo, y que estas dejen de repetirse de la misma forma, es decir se reconstruyen y la historia puede ser contada de otra forma sin repetirse. Sofía nos vuelve a poner sobre los escenarios de pensar las estructuras del límite, del borde y psicosomáticas, donde lo analítico aún tiene mucho que decir, donde se requieren como ya lo sabemos, modificaciones técnicas y construcciones de tejidos mentales para posteriormente realizar el trabajo que Freud nos enseñó desde hacer consciente lo inconsciente, levantar represiones y ligar las pulsiones que se encuentran desligadas o fragmentadas.

Concluyo diciendo, no todos los síntomas físicos hablan de un paciente psicosomático, pero todos los pacientes son psicosomáticos, es decir somos una compleja unidad, no divisible donde no existe guion entre lo mental y lo corporal.

Un sueño transformador en la vida psíquica de Sofía

* Leticia Villagómez Tovar. (Sociedad Freudiana de la Ciudad de México, SFCM).

En los momentos de inicio de la escucha analítica de Sofía me fue posible acercarme a los síntomas y atribuirles un devenir psicosomático. En mi aproximación a ella, la percibí con importantes montos de angustia, su apariencia era de una mujer sumergida en la tristeza, se lesionaba en las sesiones la piel de los dedos hasta sangrarse, señaló que padecía de fibromialgia, (fue la causa por la que solicitó tratamiento) la señaló con dolores en el cuerpo y en la cabeza, problemas digestivos, recurrentes cuadros infecciosos y rigidez corporal, también presentaba dificultad para tragar acompañada de ahogo, sentía que algo se le atoraba en la garganta.

En un principio, también, relacioné las manifestaciones somáticas de Sofía a las neurosis actuales descritas por Freud (Laplanche, J., Potalis, J., 1993) en las que los síntomas no constituyen una expresión simbólica y sobre determinada, sino que resultan directamente de la falta o inadecuación de la satisfacción sexual.  En estas el mecanismo de formación de los síntomas es somático y no psíquico, ni simbólico (transformación directa de la excitación en angustia). El término “actual” viene a significar aquí la ausencia de esta mediación psíquicas que se encuentra en la formación de los síntomas psiconeuróticos (desplazamiento y condensación). En la clasificación actual de estas neurosis actuales se les ha denominado como afecciones psicosomáticas.

El encuentro analítico con Sofía, a los seis meses de su llegada provocó un sueño, a partir de éste, presentó importantes cambios en sus somatizaciones y en su estado de ánimo. Me pregunté para ese momento ¿A qué estaba relacionado este sueño en Sofía, que había dado paso a importantes giros en su análisis?

En ese sueño aparecía como Sofía había enfrentado sus situaciones traumáticas a lo largo de su vida. También daba cuenta de imágenes de sí misma que hablan de ella, de la riqueza de los símbolos y de cómo a través de las asociaciones retomaba enigmas esenciales de su vida psíquica para descifrarlos y construir con ellos su propia historia libidinal. En el sueño encontramos algunos contenidos, como la situación traumática del suicidio del hermano, esta apareció como una pérdida dónde Sofía estaba atorada a través de importantes identificaciones, de las que no le era posible descolocarse. Otro de los elementos que continuamos revisando fue la relación edípica que desde temprano había tenido con dos de los hermanos, pero en particular con el desaparecido.

A través de las metáforas y metonimias de sus sueños que estaban asociadas a las condensaciones y desplazamientos, se percibían las de de-construcciones que se habían dado a lo largo de su análisis y que daban cuenta de que Sofía había tomado distancia de sus síntomas somáticos que la inundaron a su llegada.

Para esos momentos en su análisis me percataba de que ya se había instalado la transferencia y aparecían en mí, reflexiones relacionadas a otros cuadros clínicos descritos por Freud. La neurosis histérica (Laplanche, J., Pontalis, J., 1993) que ofrece cuadros clínico muy variados, lahisteria de conversión, en la cual el conflicto psíquico se simboliza en los más diversos síntomas corporales, paroxísticos (ejemplo: crisis emocionales con teatralidad) o duraderos (ejemplo: anestesias, parálisis histéricas, sensaciones de “bolo” faríngeo, etc.). También a la histeria de angustia en la cual la angustia se halla fijada de forma más o menos estable a un determinado objeto exterior (fobias). La especificidad de estos cuadros histéricos se busca en el predominio de cierto tipo de identificación, de ciertos mecanismos (especialmente la represión, a menudo manifiesta), la acción de la represión tiende esencialmente a separar el afecto de la representación y en el afloramiento del conflicto edípico.

En este transcurrir de la angustia, los síntomas, su historia libidinal, su conflictiva edípica y las transferencias en Sofía, se iban dibujando desde mi contratransferencia estas representaciones clínicas me alentaban a seguir el análisis desde otras estructuras psíquicas neuróticas.

En el análisis con Sofía, surgió otra pregunta en torno a los padecimientos somáticos, que me llevaron a pensar este trabajo: ¿Por qué una mujer con esta riqueza de simbolización había presentado síntomas somáticos tan importantes y prolongados?

Retomaré la simbolización desde la obra freudiana para trazar el camino a donde quiero llegar. Lo símbolos en La interpretación de los sueños, (1900) tiene un cierto carácter hermenéutico, estamos ante la utilización del concepto como representaciones simbólicas que determinan generalizaciones. En El Apéndice C de Lo inconsciente, (1915) sobre palabra y cosa, plantea una propuesta donde modifica el sentido de la simbolización y se refiere a ella como la relación que media entre representación-palabra y representación-objeto. Así la simbolización queda abierta a posibles significaciones como efectos de sentido que acontecen en una relación entre dos representaciones significantes. Relación entre dos representaciones que deja fuera al objeto real y se abre a nuevas intelecciones de lo simbolizado. La simbolización conlleva un proceso y no sólo el efecto de la misma, de su resultado.

En los casos de padecimientos somáticos donde he intervenido desde el psicoanálisis encuentro una importante limitación o “déficit” a la capacidad de representar y simbolizar del aparato psíquico. Donde surge el predominio del acto sobre la palabra y trastornos del pensamiento, que muestran una dificultad en la discriminación fantasía-realidad donde se abre el límite de las convicciones que linda con las creencias, por un lado, y con el delirio, por el otro. Aparecen excesos de referentes fácticos, dificultades en la metáfora o ecuación simbólica que impiden a la metáfora surgir en su mayor nivel de abstracción.

También he pensado en torno a la desinvestidura de ese aparato psíquico que fue como llegó, Sofía, parecía afectada de forma importante por los padecimientos somáticos. Una dificultad que encuentro en estos pacientes es la desarticulación de los contenidos e instancias psíquicas y del aparato al presentar incapacidad del funcionamiento del inconsciente que tiene como una de sus funciones la de ligar y asociar los contenidos afectivos a las representaciones como parte de la capacidad de simbolizar. En los periodos de frecuentes somatizaciones, Sofía daba cuenta de las dificultades para ligar y representar pulsiones y afectos, lo que la limitaba en su capacidad de simbolizar.

Los giros en su análisis, también los he relacionado a la estructuración psíquica que se dio a través de la instalación de la transferencia. A partir del sueño y de las transferencias analizante-analista, se abordaron ciertos enigmas relacionados a  su vida psíquica y que favorecieron la simbolización a través del inter-juego transferencial.

La estructuración psíquica que conlleva la simbolización involucra al otro, tanto en su perspectiva real, el semejante auxiliador freudiano, como en su perspectiva simbólica que se inscribe tanto en sus funciones parentales como en el contexto social en que se habita, donde encontramos un otro imaginario y un Otro simbólico.

Mis consideraciones a las interrogantes que me he planteado desde la clínica, están relacionadas al efecto de las transferencias analizante-analista que han llevado a Sofía a la modificaciones psíquicas donde la disminución de sus somatizaciones le han favorecido su devenir en la vida, donde tiene una cercanía a ella misma y a su analista que le provoca el soñar e investirse psíquicamente.

Ahora cuando toma distancia por algún viaje o vacaciones, surgen reacciones somáticas. Estos cuadros clínicos son cambiantes y nos muestran cómo la libido fluctúa entre alejarse de los objetos y puede acumularse en el interior del yo en calidad de libido narcisista, (Freud, S. 1914).

Conclusión: Pensando juntas.

Un encuentro de colegas, para la elaboración de un trabajo complejo, nos coloca en la incertidumbre inicial, particularmente cuando la paciente a través del quien realizamos el trabajo, es analizanda de Leticia, y eso nos exime de ser parte de la diada analista-analizando. Sin embargo, nos permitió comprender desde el comienzo que el material clínico sería abordado desde un lugar diverso, uno perteneciente a la dupla y otro a quienes   escuchamos y leímos de la experiencia única de la dupla original.

Tal situación nos proponía un juego, una actividad que fuese lúdica para poder conciliar acuerdos y desacuerdos conceptuales, más allá de reconocer que quienes escuchábamos y leíamos, hablábamos desde impresiones, no de vivencias con la paciente. Así y todo, Sofía se fue encarnando entre nosotros y en la medida que la internalizábamos, a través de los diferentes tramos en el tiempo de encuentros, fue creciendo y se convirtió en mucho más que un material clínico, logramos darle forma, imaginamos su rostro, sus manos, y recobró vida para convivir entre nosotros dentro de ese espacio, que denominaría transicional, donde no se puede ser atacado y desde donde surge la creatividad científica y lúdica.  A la vez de intentar aproximarnos a las verdades de los otros y compartirla desde diferentes miradas en la certeza de aceptar las individualidades y posturas que trabajan en pos de “favorecer al máximo la simbolización ejerciendo la flexibilidad en el encuadre”.

Este ejercicio teórico clínico con una paciente psicosomática, nos enfrenta a la idea de que son pacientes donde la comprensión de su funcionamiento y estructura, determina sin duda su abordaje dentro del análisis. La contención de su angustia inicial por parte del analista será fundamental para favorecer la preservación de su vida física y mental. No es igual un paciente con síntomas físicos ligados a un neurosis, que los pacientes que funcionan estructuralmente como psicosomáticos o aquellos que tienen desorganizaciones parciales somáticas ante situaciones vividas como traumáticas, donde quizás el funcionamiento estaría cercano a las disociaciones donde la unidad psicosomática se ve comprometida.  Como bien se vio con la analizada, se favoreció la aparición de las asociaciones sin forzarlas, y esto contribuyó a que las representaciones y simbolizaciones disminuyeran su sintomatología física; y de otro lado se mantuvo contenida la angustia desplegada inicialmente lo que preservó su frágil narcisismo y como resultado una mejor integración y funcionamiento total.

Referencias bibliográficas

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8.Laplanche, J., Pontalis, J. (1993) Diccionario de psicoanálisis. España: Paidós.

9.Marty, P (1991). Conferencia presentada en el primer simposium Argentino-Francés de medicina psicosomática. Academia nacional de medicina. Buenos Aires, Argentina. Julio de 1991.Compilada por Leandro Sánchez. Recopilada Septiembre 2018.https://catedraedipica.files.wordpress.com/…/algunos-conceptos-complementarios-p-marty

10.________ (2003). La Psicosomática del adulto. Buenos Aires. Ed Amorrortu

11.Smadja, C (2009). Los modelos psicoanalíticos de la psicosomática. Colección psicoanálisis. Madrid. Ed. Biblioteca nueva.

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