Leticia Villagómez Tovar.

El último avance freudiano como modelo del aparato psíquico es establecido en El yo y el ello, de 1923. En las reflexiones que hago retomo algunas aportaciones que han dado luz para seguir pensando la teoría y la clínica psicoanalítica. La diferencia entre lo reprimido-icc y el material Icc que permanece no-todo reprimido, marca una distinción sustancial entre la primera y segunda tópica. Me parece que es “un giro de tuerca” que modifica el psicoanálisis. Así, me acercaré a: no sólo lo más profundo, sino también lo más alto en el yo puede ser inconsciente; al yo consciente como un yo-cuerpo separado, diferenciado del ello y al cuerpo como un objeto otro.

De las vastas aportaciones que hace Freud en El yo y el ello, me he detenido en algunas del capítulo II. El yo y el ello, en el borrador de los Manuscrito inéditos comprendía el capítulo II y el 3. Cosentino, J.C. (2011), menciona que Freud en el pasaje a la copia en limpio los reordena y los une. Después de “la formación del yo” (título del capítulo 3 que desapareció en este pasaje), introduce el cuerpo y el dolor, que falta en el borrador. Freud agrega también en la copia en limpio el yo-cuerpo, visto como ajeno, objeto que deja abierto y desde donde se han retomado importantes aportaciones en el psicoanálisis. Aparece aquí una modificación, un giro para incorporar estos nuevos caminos en la construcción del yo-cuerpo.

Se acerca a la conformación del yo, en el capítulo III,  describe su origen en la fase primitiva oral del in-dividuo, en la cual es imposible distinguir entre investidura de objeto e identificación. Nos dice, más tarde las investiduras de objeto que parten del ello, sienten las aspiraciones eróticas como necesidades. Así la resignación del objeto trae la alteración del yo.

Freud menciona como el yo es una separación del ello por el influjo del sistema P y del cuerpo. También señala que el yo es alterado en la diferenciación con el ello.

Describe al in-dividuo (no dividido) como un ello psíquico, no conocido (no discernido) e inconsciente, sobre el cual, como una superficie, se asienta el yo. Afirma que el yo no está separado tajantemente del ello, confluye hacia abajo con él. Nos dice que las separaciones que hasta ahora se han descrito del aparato anímico son a instancia de la patología.

Encontramos en la dinámica de la segunda tópica, las mociones pulsionales que habitan en el ello originario, es decir en el ello antes de la génesis del yo, en el estado primero de indiferenciación -ese Ello al que Freud llamó Yo Real o Yo-Ello- tiende a realizarse, sometiéndose así, al principio del placer. Desde aquí es posible un acercamiento a ese cuerpo biológico u orgánico de donde surgen las pulsiones no representadas y la energía aparece en soma.[1]

El ello es atemporal, ilógico, no está organizado, no existe negación y contradicción, es habitado por el silencio de las pulsiones y por la compulsión a la repetición. En el ello no se trata de un inconsciente que habla, como ocurre en las formaciones del inconsciente. El ello está conformado por material incc que permanece, no todo reprimido. En el inicio del circuito pulsional (Ello), no hay aún sujeto, este emerge posterior cuando surgen las representaciones articuladas con el lenguaje.

Además de la separación topológica entre yo-ello, señala Freud otra separación, pero ahora interna-externa, nos lleva a detenernos en la diferenciación más allá de la superficie del aparato anímico, ahora desde la profundidad. Estas escisiones o separaciones las aborda ya desde el esquema sexual del Manuscrito G. (1895), donde establece cuatro cuadrantes que son el efecto de dos fronteras: la somato-psíquica y la del yo.

Me parece que se acerca a dar volumen y dimensionalidad al aparato, ya no sólo lo describe como el esquema de la anatomía del cerebro, lo relaciona al cuerpo. Pero aún más, nos dice que el cuerpo es visto como un objeto otro, lo separa de la superficie y profundidad, le da el estatuto de objeto.

Freud en la génesis del yo, nombra al cuerpo un objeto-otro, y se acerca a la separación de un cuerpo-ello, donde lo inconsciente del cuerpo retoma sus fuerzas indomeñables.

Del cuerpo-percepción, donde se apuntala el yo, se acerca a describir las sensaciones como percepción-tacto del cuerpo, una de ellas equivale a la percepción interna. Retoma el dolor y las enfermedades dolorosas para dar noticia de los órganos y es la forma en que uno llega en general a la representación de un cuerpo propio.

La representación del cuerpo propio es a través de sensaciones-percepciones externas y desde sensaciones-internas, dolorosas como ya lo había dicho antes, refiriéndose a la serie de placer-displacer, al que nombra “otro cuantitativo-cualitativo”.

El devenir del yo deriva de sensaciones corporales, principalmente las que parten de la superficie del cuerpo. Cabe considerarlo como la proyección psíquica de la superficie del cuerpo, además de representa la superficie del aparato psíquico. (Nota 16 del pie de página, 27 y 28. Esta nota apareció por primera vez en la traducción inglesa de 1927, donde se afirma que Freud había aprobado su inclusión).

La parte especular del cuerpo como la proyección de una superficie me lleva a pensar en la proyección de esas sensaciones-percepciones internas, pero también externas, donde se encuentra el Otro o cuidador primario. Esta función especular del cuerpo en la que aparecen las proyecciones internas y externas son sustanciales en el origen de lo corporal y del yo. Aquí podemos agregar las identificaciones que posteriormente desarrollará.

Al referirse a la conciencia moral, la relaciona a un sentimiento inconsciente de culpa, para llevarnos al final de este capítulo a pensar, en que no solo lo más profundo, sino lo más alto en el yo puede ser inconsciente.

Este recorrido me lleva a pensar que el sujeto atraviesa por un devenir cuerpo desde distintos momentos psíquicos. Surge de ese caos y pulsiones del ello, donde la energía es soma, con la percepción y el cuerpo surge el yo. En el encuentro con el Otro del lenguaje se dan las representaciones psíquicas del cuerpo y aparece así, el cuerpo erógeno.

A lo largo de la obra freudiana encontramos importantes aportaciones sobre el cuerpo, pero en El yo y el ello, se articulan al aparato psíquico y así, encontramos diversos cuerpos del cuerpo. En estas reflexiones me he acercado a distintas conceptualizaciones acerca del cuerpo.

Los avances a nivel de la construcción psíquica del yo relacionados a la teoría del narcisismo, ponen en evidencia la insuficiencia de la primera tópica. En la construcción del narcisismo, Freud introduce un binario pulsional: libido de objeto versus libido del yo o narcisista. La novedad de El yo y el ello que revoluciona esta teoría, consiste en que el yo-cuerpo pasa a ser considerado un objeto-otro y por lo tanto puede ser investido por la libido sexual, al mismo nivel que los objetos sexuales.

Este yo-objeto es el que se despliega en el estadio del espejo, momento de identificación imaginaria para el humano, donde la imagen temprana del sí mismo, no está aún enlazada a un sujeto. (Lacan, J. 1971, El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica.)

Es a partir de El yo y el ello y a 100 años de su creación, donde vemos aparecer numerosas aportaciones relacionadas a las variantes: yo-cuerpo-inconsciente, yo-cuerpo-especular, yo-esencia-cuerpo y yo-objeto-otro, al que se remiten distintos psicoanalistas, Lacan, Dolto, Aulagnier, Anzieu, Marty, Green, entre otros, que nos han llevado a pensar la teoría y clínica psicoanalítica en diversas patologías.

En el aparato psíquico de la primera tópica hay un yo que genera dialéctica entre representaciones, en donde surge un inconsciente reprimido estructurante. En cambio, en la segunda tópica con las aportaciones del icc no todo-reprimido, el ello y el yo icc, es posible adentrarse a pensar en la clínica de los analizantes desorganizados, donde la energía resurge como soma y aparece como no representada, sin ligadura que sostenga la representación palabra y cosa, en donde emergen los componentes somáticos del ello en el cuerpo.

Desde aquí he pensado en el yo-cuerpo de los padecimientos somáticos, vemos aparecer con frecuencia un cuerpo-inconsciente donde quedan separadas las pulsiones del ello, de un yo cuerpo-simbólico. Como si la separación, escisión o desligadura, entre estas dos instancias fuera parte de la desintegración psíquica del sujeto.

Relatare una viñeta de una analizante en donde aparecen trazos del cuerpo somático.

Tina.

Se presenta a la primera cita y pide apoyo terapéutico debido a la angustia intensa, que sentía en el pecho ante la separación de su pareja con el que había vivido por 4 años, no podía dormir y aparecieron síntomas de una intensa colitis y de sinusitis. Es una joven de 29 años con una inmensa masa corporal, su peso era de 110 kilos, estatura alta y se mostraba con dificultades en su movilidad. Era notorio su descuido personal, presentaba dificultades para verbalizar lo que le sucedía.

En las primeras sesiones narro un suceso traumático que ha marcado su vida, el suicidio de la madre. Cuando tenía 6 años entró a la habitación de la madre y presencio como echaba espuma por la boca, ya había perdido la conciencia, no le respondió cuando Tina le hablaba, la dejo y salió de esa habitación, después se enteró de que su madre había ingerido medicamentos. Ella ha pensado que si hubiera dicho a su padre de cómo encontró a la madre, tal vez se hubiera podido salvar. La encontró el padre, la llevó al hospital y después de 2 días murió.

Viñeta de abril del 2023

En estas sesiones, las dos últimas, Tina ha analizado una actuación del fin de semana, le llamó uno de los jóvenes con los que ocasionalmente tiene encuentros sexuales. Me dice, “estaba muy tomado y lo había echado a la calle la joven con la que estaba en una fiesta”. Tina salió en un “uber” para traerlo a su departamento, ella lo dejo que se quedara a dormir en su cama y al día siguiente se fue muy temprano. En la sesión habla de que no entiende porque lo hizo, fue un momento donde sin pensar salió a buscarlo y dice “ni mi novio es”. Menciona lo mal que se ha sentido después de lo que hizo. Le señalo que con frecuencia tiene estas actuaciones donde se pone en peligro, que hable de la relación a estas actuaciones. Se queda pensando y menciona que es lo que hacía su mamá y su abuela con los hombres. El suicidio de la madre fue porque el padre le pidió el divorcio y su abuela siempre estaba dándole gusto a su abuelo y a sus hijos. Sabe que no se hace cargo de ella misma, quiere atender lo que necesitan los demás.

Se le nota molesta y dice: sabes he descubierto que tengo dos partes, cada vez las veo más claras, en una de ellas está mi parte racional y es consciente es la que me lleva al orden y cuidado de los demás, pero predomina la otra parte, la oscura, la impulsiva, esta es un monstruo, me gustaría dibujártelo, esta parte busca como me hago daño, no la puedo parar, es horrible, siento que está habitada por un deseo de muerte. Después de dos sesiones me trae un dibujo de esta parte monstruosa.

Continúa hablando de las identificaciones con esa madre y de cómo se había hecho tal daño hasta quitarse la vida. Relaciona los actos impulsivos y destructivos en donde continuamente atenta hacia ella y los relaciona a la similitud con ese daño que se hizo la madre.

En el pasaje de salir corriendo, sin pensar los riesgos que corre, a rescatar a un joven desconocido que está en la calle, es posible percibir las actuaciones impulsivas como derivados de ese ello ingobernable. En estos movimientos de descarga impulsiva aparece la desligazón de pulsiones y con ellas, tanatos.

El camino a la representación de un yo-cuerpo-psíquico se ha visto dificultado desde temprano. La desorganización que la ha llevado a las somatizaciones, da cuenta de un aparato psíquico con dificultad a representar, con un predominio de pulsiones parciales urgentes de satisfacer, sin posibilidad a la demora y al pensamiento.

En este caso la pobreza de las relaciones parentales y las vivencias traumáticas tempranas dificultaron la constitución de este yo-cuerpo-simbólico y del advenimiento del sujeto. Al parecer Tina no ha dado lugar a un cuerpo-propio, surgen las identificaciones mortíferas, aparece aún el cuerpo inerte de la madre. He pensado que construir el tejido psíquico que cubra los huecos en Tina, nos llevará tiempo en su análisis.

Por último, en casos con importantes manifestaciones somáticas aparece material inconsciente que permanece no todo-reprimido como parte del ello. Donde el cuerpo-somático no ha alcanzado el circuito representacional y retoma el camino que siempre está abierto al del soma.

Ciudad de México a 20 de mayo del 2023


[1]  La percepción tiene dos elementos:  percepción-sensación que se relaciona a lo somático (fisiología) y percepción-memoria-recuerdo relacionado a la representación y a la construcción del psiquismo.